Fue curioso ver la cara de nuestros acompañantes de Castillejos mientras nuestros amigos cantantes comenzaron a entonar las primeras notas de aquel gran concierto. Las letras del Boss, de Dire Straits, Rolling stones... sonaban maravillosas en las voces de Javi, Tapón y Pedro. Pero existía un sector del autobús que no al que no parecía agradarle la elección del repertorio. Puede ser que el toque coplero que le daba Pedro al asunto no fuese con los gustos musicales del personal, puede ser que no entendían las profundísimas letras en inglés, o simplemente que estaban hasta los huevos de ellos. Lo cierto es que Enrique se levantó, se volvió hacia la parte trasera del bus (donde residían los tres tenores) y señalándolos con el dedo los mandó a callar. Fue en ese momento cuando le vi la vena hinchada del cuello. Parecía que le iba a reventar de un momento a otro.
Se acabó el espectáculo. Ahora tocaba viajar hasta Madrid sin música y aún faltaba más de la mitad de este denso trayecto.
Así fue desarrollándose la cosa. Vimos amanecer oyendo en la radio como Hammilton se alejaba del mundial de fórmula 1, de vez en cuando alguno de los cantantes trataba de arrancarse, alguna que otra clase de filosofía y metafísica, y al final, apareció la silueta de Madrid. Las peripecias de estos personajes en la ciudad las podréis leer en el cuarto capítulo de esta serie. "¨¿Por qué lo llaman mini, si es casi un litro de cerveza?"
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